Te encuentro.

Y mientras tanto, este cigarrillo se consume entre mis dedos. Como el tiempo, como el espacio. Pienso, cavilo, vacilo. Respiro, en silencio, sin despertar los peores sentimientos, el dolor y el recuerdo de un pasado que atormenta mis pesadillas. Rondan, entonces, preguntas por mi cabeza, preguntas que tambalean mis creencias, mis pilares, mi pequeño castillo de naipes. Me mantengo aquí, frente a una pistola metafórica, ante un acantilado imaginario. El aire, me congela por dentro. 

Pero tu imagen aparece frente a mis ojos. Tus manos impiden la caída, la catástrofe. Apareces, como la oscuridad en invierno, como el frío en la noche. Sonríes.

Y es en ese momento, en ese pequeño instante de locura y de perdición, es cuando me encuentro a mí mismo, bajo los escombros y el hielo, sobre mis sábanas, sobre tu cuerpo. En ese momento, me encuentro, entre segundos, en tus besos.

En ese momento... te encuentro.